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Obradoiros de cultura contemporánea. Charla sobre producción cultural del 4 de diciembre en la Fundación Seoane, A Coruña

«Papel» de la charla sobre producción cultural en la que estuvimos con Yproductions, Universidade Invisibel y GZimaxinaria. Adjuntamos el link a la presentación de Yproductions que abrió la charla, para contextualizar.

Culture Workers:

Hemos contado con tres elementos para preparar esta charla: Una tesis propia sobre la producción cultural, los vídeos del taller sobre empresas del procomún realizado en Medialab Prado por YProductions (con los que estamos hoy aquí) y el periódico de hoy. Por exigencias de claridad, al preparar la charla, se nos altera el orden de estos elementos, colocándosenos primero el Procomún, después el Periódico y por último la tesis. Allá vamos.

Creemos que en el discurso, el trabajo y la investigación sobre el tema del Procomún hay todavía muchas confusiones y descontextualizaciones. Hemos empezado por repasar desde nuestra formación jurídica el concepto de empresa ya que según en qué contexto, lenguaje y territorio nos encontremos la legislación vigente va a determinar radicalmente nuestra existencia y viavilidades posibles. Empresa pues es aquella actividad del empresario sobre un conjunto de medios organizado para la producción de bienes o servicios en la que se dan determinadas relaciones laborales. No entran en el entramado mercantil los profesionales liberales, los agricultores, los ganaderos los artesanos ni los empresarios cuando actúan individualmente. La empresa es pues, un operador económico siermpre que tenga personalidad jurídica. Son empresas las fundaciones, las asociaciones, las cooperativas y las distintas formas de sociedades aún en el caso de que no tengan ánimo de lucro siempre y cuando se orienten a la producción de bienes o servicios.

A partir de aquí para continuar por el terreno del Procomún que es aquel que media entre el estado y el Mercado, es decir, la sociedad y sus bienes, sería conveniente que nos preguntásemos ¿Qué somos? ¿Productores culturales? ¿Una empresa? ¿Qué queremos? ¿Qué producimos? ¿Para quién? ¿En qué régimen jurídico? ¿Con qué fin?…

Otra confusión se nos presenta aquí, cuando se dice que uno es productor cultural hay al menos, creemos, dos facetas diferenciadas. Productor en el sentido de aquél que como empresario participa en la producción de un bien y productor como concepto sustitutivo del de autor, en el sentido en el que W. Benjamin lo plantea en su conocido texto «El autor como productor» es decir, aquel creador que consciente del medio que utiliza, en cada uso que hace de él lo transforma. Una propuesta que lleva implícita, nos parece, la reproducción de ese uso, que, recordemos es un delito en nuestro ordenamiento jurídico.

Entonces, ¿Qué es lo que queremos? ¿Queremos sobrevivir trabajando en aquello que nosotros hemos decidido? Estaríamos buscando entonces una relación laboral regida por otros códigos legislativos distitntos a los mercantiles. ¿Queremos vender nuestros productos, convirtiéndonos en un operador económico organizado? ¿Queremos construir una sociedad civil? Nos ha parecido muy interesante, al preparar esta intervención, el hallazgo del término Sociedad Civil ya que por una parte hace referencia a una comunidad social articulada y organizada y por otra a un tipo de Sociedad mercantil, es decir, de forma jurídica que puede adoptar una empresa o un grupo de empresarios individuales en los que se comparte la propiedad de los medios de producción, no son necesarios ni desembolso económico ni formalidades contables ni registrales (por lo que puede ser incluso secreta) y que opera a través de un representante y una cuenta bancaria.

Por qué hacemos esta distinción: Porque nos parece importante intentar ser precisos para no caer en la naturalización de ciertos términos, lo que creemos tiene graves consecuencias sobre todo de parálisis y agotamiento de fuerzas de construcción de comunidades posibles. Por ejemplo, viendo los vídeos del taller de Procomún del Medialab, las palabras de Juan Carlos Salazar, teórico de la economía nos hicieron caer en la cuenta de estas graves consecuencias. Salazar explica clara y meridianamente cómo debemos dejar de llamar al Mercado Mercado, ya que en cuanto tal, no existe, no opera y no tiene personalidad jurídica. El Mercado es un determinado, preparado y altamente organizado esquema de coordinación basado en un concreto sistema de relaciones sociales comunitarias y empresariales. También deberíamos plantearnos no naturalizar otros conceptos o ideas como que un crecimiento económico lleva asociado una mejora social. Que todo crecimiento es bueno. Estamos sufriendo muchos inconvenientes por las deformidades ocasionadas por el crecimiento sin límite. ¿No deberíamos pensar incluso, cómo decrecer?. Tampoco podemos dejar de señalar que otra naturalización sería pensar que el Procomún es de por sí igualitario o exento de competitividades y malversaciones.

Volvemos de nuevo a una de las primeras preguntas de esta intervención: ¿Qué somos, empresarios individuales (autónomos) que quieren formar una Sociedad Civil mercantil o personas físicas que quieren articular una sociedad civil fortalecida?
Dentro del esquema de corrdinacion y relaciones sociales del que hablaba Salazar, ¿Qué producimos, bienes materiales o bienes inmateriales? Es una distinción importante ya que los bienes inmateriales están legalmente excluídos del mercado. Sólo pueden circular en él si se reconoce sobre ellos un derecho (ahí el derecho de propiedad intelectual) y exclusivamente si este derecho está plasmado en un documento válido. De ahí que la primera herramienta operativa del procomún haya sido la licencia Copyleft. Es curioso, tal y como comentaban en el debate de Medialab Prado… ¿Harán falta leyes que preserven autoregulaciones, es decir, espacios vedados a la ley por la propia ley? La ley, el doble filo de la perpetuación del poder por una parte y la garantía de los derechos por otra… un claro ejemplo del Pharmakon del que hablaba Platón a través de J. Derrida, entre otros.

¿Qué generamos, pues, como productores culturales (el propio término nos parece ya una privatización de una actividad inherente al mero hecho de formar parte de esta cultura) producciones propias o algo que es de todos porque no es de nadie en particular (el procomún), que no es un bien escaso (concepto sobre el que se desarrolla toda economía) y que además se multiplica y enriquece con los sucesivos usos que se hace de ello?. Si se patrimonializa la cultura, ¿quienes van a ser los propietarios?

Conviene diferenciar también el Procomún de la propiedad colectiva. Habrá pues que estudiarlo, detectar dónde existe ya. En el asociacionismo, las organizaciones agrarias, las comunidades de pesca, por ejemplo. Estudiarlo, conocerlo y ponerse a trabajar en esas concretas relaciones, en como decíamos, un determinado esquema de coordinación que pueda llegar a ser realmente un otro para los actuales operadores económicos y sus regímenes de prioridades.

Es aquí cuando nos encontramos con el Periódico de hoy del que os hablábamos al principio. Esta mañana perdimos el tren para llegar a A Coruña , compramos el periódico y leímos una notica sobre una de las filtraciones de Wikileaks que explicaba cómo y por qué tenemos una ley antidescargas (que convierte en delito punible las descargas en internet) en España. El artículo nos dejó totalmente claro con nombres y apellidos qué relaciones de poder forman ese Mercado del que hablábamos antes y qué tipo de herramientas utilizan para imponerse. Pudimos leer cómo durante años el representante del Comercio Exterior de Estados Unidos y el de Motion Pictures Asociation (una de las mayores empresas de Hollywood) han estado reuniéndose, presionando y amenazando a la Administración Pública española con incluirla en ¡la lista negra 301! a través de sus representantes, el Ministro de Cultura, el Ministro de Industria, Telefónica, SGAE, la FAP (Federación de protección de la propiedad intelectual) y Promusicae para que se aprobase la ley antidescargas que finalmente se materializa en 2009. ¿Quién legisla aquí? ¿Quien decide sobre cuáles de nuestros usos, producciones y comportamientos son o no un delito?… Movidos por un ánimo de lucro y utilizando un lenguaje naturalizado convierten nuestro comportamiento en un delito y nos obligan, pues, a proteger y volver a articular de base, ese Procomún del que veníamos hablando.

El autor-productor genera en el medio que utiliza, el Procomún, una transformación que debe tener hecho un trabajo riguroso con sus supervivencias allí donde se encuentren ya que sino sería sólo una intuición sin mucho futuro, incapaz de enfrentarse a los otros operadores económicos con los que nos guste o no tenemos que convivir.

Y aquí viene, por último, nuestra tesis.
Uno de los primeros procomunes que existe es el lenguaje y el lenguaje también sufre de una profunda privatización que convive con una autoregulación interna y la protección/control que ejerce la Academia. Esta privatización del lenguaje se debe, al igual que veíamos antes con el Mercando a unas determinadas relaciones de poder, unos vínculos concretos que generan céluas independientes que tratan y consiguen apropiarse de aquello que en principio es comunitario y procomún. Pues bien, !Lysis a lo privativo!

La Lysis es la disolución de los vínculos estables de las células, disolvamos pues los vínculos estables, matrimonios, del lenguaje generando otros flujos y conexiones más libres que hagan mejor, manada!. Lysis es también la terminación favorable de una enfermedad, ese enquistamiento del lenguaje que ha generado una tremebunda hinchazón, na grave fluxión. Lysis es además uno de los diálogos de Platón sobre la (im)posibilidad de la amistad y del amor, por lo que estaríamos más cerca si cabe de las políticas de amistad y comunidad que de las relaciones de poder, en continua oscilación, al menos, entre ellas.

Si como productores somos capaces de esta transformación en el lenguaje quizás logremos otras trasnformaciones en lo subjetivo, en lo afectivo, en lo laboral, en lo social… para ello, para lograr estas transformaciones y trabajar con estas supervivencias del procomún en nuestro entorno concreto pensamos que debemos recordar aquello que Freud decía sobre el Inconsciente. El Inconsciente es una fábrica, no un teatro y su herramienta es la Imaginación (que no fantasía). La imaginación es aquella capacidad de conectar nuestros conocimientos de forma transversal y de vernos allí donde aún no estamos, frente a la fantasía que se acerca más al delirio. Imaginemos pues y pongámonos a trabajar.

¿Qué necesitamos para empezar a movernos aquí hoy? La propia pregunta ya nos contextualiza: movernos, como flujo; aquí, en Galicia; hoy, en lo contemporáneo.

Queremos aclarar que, entendemos Galicia como una determinada e incierta corriente de aire. Pensábamos en ello viendo «A Malla», esa fiesta-trabajo en la que la comunidad de una aldea o pueblo sacude el centeno recien cosechado golpeándolo a ritmo y generando una nube de polvo y grano amarilla que lo inunda todo; así entendemos el territorio: movedizo, nómada, radicalmente migrado.

Pues bien, lo primero que necesitamos para empezar a movernos aquí hoy es una primera toma de consistencia, es decir, generar un plano de realidad. ¡Una instancia! Nos sorprende, lo de la instancia, por la potencia del concepto. Una instancia es entre otras cosas cada una de las partes del aparato psíquico capaces de actuar, además de ser la acción y el efecto de instar, insistir, pues. ¿Qué prácticas de comunidad, procomún, estéticas, políticas y subjetivas están insistiendo hoy aquí? Grupos e iniciativas que muchos de los que estamos aquí ya conocemos y a los que sólo hacemos referencia, para no extendernos demasiado. Batbirulau, Amalgama, Alg-a, Ergosfera, Baleiro, Episocio Piloto, A porta dos artistas, Culture Workers, GZimaxinaria entre otras muchas comunidades, espacios, prácticas, medios, lenguajes y discursos que generan a su paso, en sus constituciones ese proceso de disolución que queríamos proponeros. Dejan lisiado al espacio institucional y al privado (al Estado y al Mercado), incapaz de acceder a las transformaciones en su propio objeto constituyendo además prácticas de supervivencia. Una supervivencia entendida como síntoma. Síntomas de la migración, de la reconversion industrial, del rural…. Esta no sería la supervivencia del más fuerte sino del inadaptado, el diferente. Porque recordemos, pensar es crear diferencia a través del trabajo y desde la imaginación.

Esa supervivencia debe ser operativa en lo físico y en lo real. Seamos si es que producimos determinados bienes y nuestro objetivo es entre otros obtener ganancias dentro del sistema económico en el que nos movemos, empresarios individuales operando como personas físicas hasta los límites legales de ingresos, dándonos de alta como autónomos por el tiempo que trabajamos si los excedemos, creando sociedades mercantiles como asociaciones orientadas a la producción de bienes y servicios si es ese el caso, o cooperativas en las que lo que se aporta es el trabajo o como sociedades limitadas si queremos prestar servicios y obtener beneficios económicos con ello. Si lo que buscamos es una relación laboral, los problemas son otros. Mantengamos el Know-How, el conocimiento de cómo hacer las cosas (que curiosamente es lo que se transmite mediante precio en los contratos de Franquicia comercial) gratuito y libre. Constituyamos como personas físicas además de jurídicas, sociedad civil. ¡Insitamos!